lunes, 29 de julio de 2013

TICTAC



 Aquel persistente tictac había estado torturándole desde el mismo día en el que llegó a la casa. Ya desde la carretera general, donde el motor había visto mitigado su rugido por el atronador martilleo de las manecillas.

  El retorno al hogar de su infancia, al escenario de aquellos tiempo añorados, se había convertido en una pesadilla de armarios revueltos, cajones desperdigados por el suelo, desordenados butrones horadados a lo largo de las paredes y tablas arrancadas del piso. Todo en busca de aquel cruel intruso que mantenía sus noches en vela.

 Llevado por la desesperación, continuó perforando y arrancando hasta que la obra muerta de la casa asemejó un tétrico bajel que, despojado de su forro, asomara al sol su arboladura.

Mas el tictac persistía.

  Dirigió entonces su mirada hacia el único punto estructural de la casa que permanecía intacto, inmaculado en toda su extensión. La puerta del sótano le miraba desde su posición bajo las escaleras retándole,instándole a explorar las recónditas sombras que allá abajo se escondían.

  Como acceso a la subterránea obra viva de la edificación, la amenazante puerta del sótano había sido para él, ya desde niño, la entrada a un submundo plagado de pesadillas sin rostro y caníbales hombres del saco. Sin embargo, hubiera jurado que a cada segundo que pasaba mirando aquella puerta, el tictac aumentaba su volumen hasta hacer temblar los mismos cimientos de su vida. Ahora no cabía ninguna duda, el martilleo provenía de aquel tenebroso paraje bajo la casa.

  Avanzó paso a paso hacia la puerta. La distancia que le separaba del portal pareció durar horas, días, siglos...

  Aferró el pomo de la puerta y, haciendo acopio de cada célula nerviosa de su cuerpo, lo hizo girar.

El tictac enmudeció al instante.

 La negrura envolvió su figura mientras descendía el primer escalón, y con el descenso al segundo la puerta se cerró de golpe tras él. 

  Un segundo de absoluto silencio, y toda la maltrecha arboladura de la casa se derrumbó.

  La casa,

los recuerdos

y su niñez


se precipitaron hacia el sótano


envueltos           

             por el polvo


    y los insectos.